Evidencias de Dios


No creo en Dios.
Vaya por delante que nunca he creído ni creo en Dios. Sin embargo escribo este artículo para aportar evidencias incontestables de su existencia…

Hace algún tiempo comentábamos con compañeros de trabajo los esfuerzos actuales de la ciencia para descubrir la unidad de materia más pequeña que existe, es decir, aquella que ya no puede descomponerse en más unidades.

Una de las más antiguas propuestas de descomposición de la materia era aquella que aseguraba que cualquier material estaba compuesto por las unidades elementales de tierra, agua, fuego y aire. Esta propuesta, más emotiva que científica, fue sustituida mucho mas tarde por otras teorías, entre ellas la del descubrimiento de una unidad llamada molécula, palabra que proveniente del Latin “moles”, era un diminutivo de masa. En este punto la especie humana, orgullosa, había descubierto ya la unidad indivisible de materia. Lo que ocurrió es que unos años más tarde esa unidad se descubrió divisible. Así la unidad más pequeña paso a llamarse “átomo”, que proveniente del griego, significa “sin cortar”, es decir indivisible. Ya lo teníamos!. Pero no, el átomo se descompuso en electrones, protones y neutrones, estos se descompusieron en otras partículas “mesones” y “bariones”, estas en “quarks”, etc... Muchos científicos aseguran que estamos muy cerca de encontrar realmente aquella unidad indivisible de materia. Yo sin esa base científica lo puedo cuestionar, ¿Cuántos más niveles habrán?, ¿uno más?, ¿cinco?, ¿cinco mil?, ¿o infinitos?. El proyecto del Gran Colisionador de Hadrones desarrollado con un esfuerzo de miles de millones de euros financiados por la comunidad internacional (UE, EEUU, etc…) pretende entre otras cuestiones dar una respuesta final al problema, es decir, encontrar la unidad de materia más pequeña, la única, la indivisible. Aquella unidad que por sí misma y dependiendo del número de unidades y el orden en que se agrupen sea capaz de formar toda la materia existente en todo el universo. Unidad identificada teóricamente como Bosón de Higgs, o partícula de Dios.

Un amigo mío, en tono divertido decía, “¿te imaginas que lo descubren y se dan cuenta de que esa unidad no son más que unos y ceros?”.

Matrix. Estaríamos en Matrix. Toda la vida pensando en lo libres que somos, en lo grande que es el universo. Toda la vida descubriendo una a una las reglas matemáticas que lo rigen, las leyes de Newton, los descubrimientos de Galileo, la teoría de la relatividad de Einstein, las teorías quánticas. Es decir, toda la vida de la humanidad descubriendo formulas que rigen el destino del universo, y resulta que mirando hacia abajo, muy muy hacia abajo vemos que todo esto no es más que un maldito programa. Como decía otro amigo, alguien podría entonces hacernos notar “¿es que no lo veíais?, ¿no os dabais cuenta que todo era demasiado perfecto?, ¿vosotros que sois programadores no percibíais que todo esto era un programa?”.

Llegados a este punto, Dios, el creador, no es un ser extraordinario que vela por nuestra seguridad, vigila cada una de las personas de la tierra para juzgarlas el día de su muerte y concede milagros a aquellas que rezan con más devoción, no. Dios es un programador. Dios no es más que un tipo gordo y simpático sentado en un sillón y que con un ordenador ha escrito un programa con unas funciones y unas reglas muy bien definidas. Todos los que estamos dentro de este programa no somos más que sus bits que cumplimos fielmente sus leyes, y que creyéndonos los dueños y señores del universo, mañana el creador podría apagar su ordenador, o decidir que a todos se nos coma un comecocos gigante. Eso es Dios.

Este artículo partiendo de esta base pretende presentar evidencias, pruebas, de la existencia de Dios. ¿Quien decía que no podía probarse su existencia?. Veamos las pruebas.

Hace poco leía un artículo de un periódico en el que se exponía lo relativamente cerca que estamos los humanos de, literalmente, darle un corte de mangas a la evolución de las especies de Darwin y resucitar los mamuts tal como si de la película Parque Jurasico se tratara. Por lo que parece en la Siberia rusa se encuentran casi intactos cadáveres de mamuts congelados con prácticamente un 70% de su ADN intacto. Así pues para reconstruir un mamut primero es necesario reconstruir, escribir, el 30% de ADN restante, lo que en un futuro no muy lejano podrá hacerse comparando este ADN con el de los elefantes, e intuyendo las partes incompletas. Así dispondríamos de un ADN completo, que no sería exactamente el de un mamut, si no que tendría un porcentaje de errores, y donde cada “error” en la secuencia de ADN seria una mutación real en el mamut de verdad.

El ADN, casi todos tenemos un muy vaga idea de lo que es, algo así como una secuencia genética perfectamente identificada y que puesta en el orden correcto describe al perfectísimo detalle todo el ciclo evolutivo de un ser vivo. Un ADN, cuya secuencia puede ser escrita en papel, describe al ser vivo igual que una receta de cocina escrita en papel describe a un jugoso plato. No solo es importante que genes aparecen en él, sino que lo fundamental es en qué orden aparecen los ingredientes en la receta. Un ADN, amigo, no es más que un programa. ¿No lo veis?.

¿Y qué hace una receta de cocina escrita en papel?. Nada. ¿Qué hace el código fuente o ejecutable de un programa escrito en un CD?. Nada. ¿Qué hace una secuencia inmensa de genes escrita?. Nada. No hacen nada. En todos los casos es necesario un cocinero. Es necesario que alguien ejecute el programa. Siempre hay un Sistema Operativo, un kernel, un hardware, otro programa que ejecuta el programa.

Aquí tenéis pues una poderosa evidencia, el ADN.
Pero hay más…, todo el universo son evidencias…

Escribo esto en el tren, una hora de viaje, mientras unos inmigrantes con guitarra tocan una bella canción para recoger algo de dinero con el que subsistir en este primer mundo tan extraño. En el trayecto miro los árboles…, sus hojas verdes…
Y da igual el tipo de árbol que sea, una palmera, un plátano, un olmo, qué más da. Para cada una de esas hojas que se mueven con el viento hay una fórmula matemática llamada fractal que explica o emula porque esa hoja tiene la forma que tiene. Es invierno, y algunas hojas se caen, pero hay formulas matemáticas que explican porque se caen, como se caen, cuanto aceleran en su caída, porque y como son impulsadas y giradas en el aire por el viento. Esta es otra evidencia, aunque ya superadas son, las clásicas leyes de Newton.

¿Podría no haber sido así?. ¿Podría estar todo gobernado por el simple azar?. ¿Por qué entonces todo responde a una o a varias fórmulas matemáticas con una exactitud tan perfecta?. ¿Hemos inventado las matemáticas y las formulas para poder explicar el azar?. No. Todo vuelve a ser un maldito programa, un conjunto de leyes escritas imposibles de escapar de ellas. Las matemáticas son solo el invento que hemos conseguido para interpretar las partes de ese programa.

No hace falta detallar mucho mas…, todo está lleno, se hace tarde y el sol cae….
No perdón, no cae, es la tierra que gira sobre su eje mientras gira también alrededor del sol, mientras este gira dentro de una constelación que nadie sabe ya sobre que gira. Cada giro de la tierra, del sol, de universo entero se explica con formulas y mas formulas.

Galileo y Einstein descubrieron parte del código. Imposible escapar.
Veo también coches que queman combustible, y el desplazamiento del coche como el de las aves, el ruido del motor, el peso del agua cuyas olas golpean la costa, el potencial eléctrico que impulsa este tren, las páginas de texto del libro que lee la chica que tengo a mi lado. Todo. Todo es un programa. Aquellos que como yo no creemos en Dios, si alguien lo descubriera y demostrara mejor que yo algún día nos haría sonrojar de vergüenza haciéndonos burlonamente la pregunta.

¿Pero de verdad no lo veías?

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