Engañando a Darwin

Hace ya unos meses fueron apareciendo en la prensa un conjunto de noticias que ya de forma individual me llamaron la atención, pero que vistas en su conjunto no puedo más que reafirmarme en la idea de que algo va a cambiar en la especie humana en la siguiente generación o quizás la otra.

  • Un brazo biónico implantado a una chica.
  • Los niños que están naciendo ahora vivirán cien años.
  • Una persona de estados unidos tiene una memoria prodigiosa, capaz de recordar detalles de vivencias ocurridas hace treinta años hasta un detalle impensable. En el artículo de la noticia aparece una reflexión u opinión "Todos tenemos la capacidad de retener esa información, lo que distingue a esa persona es la capacidad de recuperarla".
  • Unos médicos canadienses, descubren por casualidad, que una excitación de las neuronas del hipotálamo hace que un paciente recuerde detalles vividos hace treinta años con una exactitud que ni siquiera yo sería capaz de recordar de lo que he vivido hace dos minutos (y se refieren a una persona diferente a la del punto anterior).
Hace ya algún tiempo que asumí que la especie humana está estancada, por no decir en claro retroceso en la evolución natural. Me explico.

Es de todos sabidos que la mejora de la especie se debe como elemento esencial a la teoría darwinista de la selección natural, es decir, los individuos más débiles desaparecen, lo cual fuerza a que solo los más fuertes tienen descendencia.

Creo que todos estaríamos de acuerdo en que en el mundo humano actual (al menos en el mundo occidental) los más débiles no desaparecen (excepto quizás los casos más extremos).

Nos hemos dotado de hospitales, ambulatorios, médicos, conocimientos y tecnologías que garantizan en gran parte la supervivencia de casi todos hasta una edad ya superada la época de reproducción, momento en el cual ya no contamos más que como carnaza de nuestros depredadores (¿qué depredadores?) a efectos de evolución.

Es decir, yo, mediocre, que nací con falta de oxigeno y necesite de incubadora, que me rompí un brazo a los cinco años, que de pequeño siempre estaba enfermo, estoy ahora aquí, gozando de muy buena salud (eso creo) y con un maravilloso hijo nacido hace algo más de dos años de mi maravillosa compañera.

¡He engañado a la teoría de la evolución de Darwin!.

Tampoco ser más o menos inteligente garantiza una mejor o peor supervivencia del individuo, pues seguramente el típico “Neng de Castefa” que día sí y día también circula bajo mi ventana con las luces de neón bajo su coche-discoteca tiene las mismas si no más posibilidades de engendrar hijos que Einstein. Con todo ello llego a la conclusión que nuestra especie ya no evoluciona en términos darwinianos, si no que puede incluso que involucione.

¿Que va a cambiar en la siguiente generación?.

Estoy convencido, vamos a superar la especie, a superar a Darwin, y lo vamos a hacer no por la teoría de la evolución si no por la teoría de la técnica evolutiva (este nombre me lo acabo de inventar). Es decir, por medios técnicos vamos conseguir mejorar la especie humana.

Estoy pensando en personas que ya no mueren de muerte natural, que quizás tampoco tienen muchos hijos, que no enferman, que recuerdan casi todo, que llevan implantes biónicos que les dotan de nuevas posibilidades que no llego siquiera a imaginar.

Y pienso ahora en mi abuela fallecida hace unos meses con ochenta y tres años... No entendía Internet, no entendía un teléfono móvil, no entendía el GPS, no entendía Google Earth, el ebook, el Facebook, Twitter, ni Second Life. No podía seguir una conversación normal (no técnica) entre yo y mi hermana, al igual que en la edad media no se podría entender una conversación normal (no técnica) de programas de televisión, o de viajes en avión al continente americano. Estaba perdida en un mundo que ya no podía entender.

¿Podré yo entender a los ochenta y tres años la vida, las capacidades y conversaciones de mis nietos?. ¿O bien se me habrá escapado por el camino la capacidad de adaptación que ahora tengo la seguridad de tener bien controlada?.

...Tengo ochenta y tres años. No me ha superado Darwin, me ha superado un maldito hombre-robot. Lo veo, lo escucho, sé que es mi nieto, vivirá mil años, y no lo entiendo...

A mi abuela Roser, fallecida en Enero a los 83 años de edad

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